Todo parecía
ser monótono y nada especial, pero no termino así el día.
A pesar que
tuvo que poner toda su fuerza de voluntad para no sonrojarse cada vez que lo
miraba a la cara, Kat se vio sorprendida más de una vez, y roja como un tomate
más de una vez. Ya estaba pensando que se lo estaba haciendo a propósito. Si
hasta creyó que se reía, cuando la notaba que le escapaba la mirada.
Hoy tenían
una reunión muy importante, para definir los pasos a seguir, para hacer hilado
fino y seguir averiguando de donde salía tanta plata, si era un error o alguien
estaba haciendo un buen trabajo para robarles.
Rachel, pudo
zafar de la reunión porque tuvo que hacer diligencias en los bancos. Para pedir
información externa sobre los misteriosos movimientos bancarias. Estaban casi
seguras, que era el trabajo de hacker, por lo limpio y prolijo de los
movimientos, que casi era imposible saber bien a donde se dirigían los fondos.
El día
siguió como siempre, tedioso. A Walter se lo notaba nervioso, y hasta cansado.
Este gran problema era terrible para las finanzas y la reputación de la
empresa.
Sorpresivamente,
la jefa de finanzas, no pudo estar en la reunión. Con la excusa de un viaje
urgente de negocios, y por suerte para algunos, la reunión sería más amena
junto a los otros ejecutivos que al frente de la señora frívola, como la
llamaban.
El Sr. Sokov
si se quedo a la reunión, y por fortuna se había sentado lejos de Kat, ya que
el nivel de repulsión que le tenía, la desconcentraba constantemente. Y
necesitaba estar bien atenta para ser la mano derecha de Walter ante el resto
del directorio.
En medio de
una reunión, el aire comenzó a salir espeso por los ductos de aire, lo cual
llamo la atención en menor grado, y luego el infierno se desato.
La alarma de
incendios comenzó a sonar furiosa, todos empezaron a mirarse extrañados, y
luego se escucho el estruendoso…. PUM!!
Comenzaron a
salir lo más calmados que podían, juntando las cosas lo más rápido posible, y
ayudar al resto de la gente que no era asidua al lugar a encontrar la escalera
para poder evacuar en orden.
Kat volvió a
su escritorio a juntar sus cosas, cuando vio salir a Walter, de su oficina,
algo preocupado, mirando alrededor.
–Vamos todos debemos evacuar. –, dijo con
preocupación y ese tono fuerte y autoritario que le provocaba mareos cada vez
que lo escuchaba hablar de esa manera. Sacudió su cabeza, para ubicarse en
tiempo y lugar.
–Kat
contrólate, estamos en medio de un incendio, no fantaseando con tu jefe.– se
repetía dentro suyo. Aunque debía confesar que más de una vez, su mente salió
volando por ahí, fantaseando mil cosas. No se podía negar que seguía teniendo consideraciones
especiales hacia ella, a pesar de esa extraña charla que habían tenido,
especialmente para su cumpleaños anterior. Recibió un ramo enorme de calas, su
flor favorita, todavía le quedaba la incógnita de donde supo que esas eran las
flores adecuadas. Ese gesto junto con el sonoro beso que le estampo en la
mejilla, que la dejó en estado de shock, fueron las dos cosas más llamativas
que le sucedieron con él, llamativas y agradables, por otro lado estaba esa
extraña charla, pero prefería recordar la agradables, ojala significaran algo
más, pero ella sentía que era imposible, su posición y no solo la laboral, los
mantiene más que alejados.
Volviendo a
la realidad, por el incremento de la alarma de incendios, decidió finalmente
salir de una vez del lugar. Cuando de golpe sintió una mano fuerte que le tomó
del brazo, y sobresaltada giró dando un pequeño salto.
–No te asustes, todo va a estar bien, yo te
acompañaré. Es importante que mantengas la calma.– Lo miró como pavota a los
ojos, perdida en ese azul cobalto que la hace temblar al imaginar miles de
situaciones.
Se
dirigieron a la salida, más que llevarla, la arrastró junto a él, después de
asegurarse que nadie más estaba en el sector. Tomaron la salida de emergencia, notando
que seguía bajando gente corriendo muy alterada.
Walter la cubrió
con su cuerpo, protegiéndola de la horda que bajaba desesperada. Kat sintió su
perfume y cerró los ojos, tratando de dejarse llevar por el momento,
sintiéndolo cerca, protegiéndola.
–Dios, me siento en el cielo, y eso
que solo es un abrazo. – pensaba en silencio. Pero fue breve, ya que cuando
tuvo la oportunidad la tomo nuevamente del brazo y la arrastró escaleras abajo.
Tratando de seguirle el tranco, hasta que no pudo más, ya que venía llevando
tacos.
– ¡Espera un segundo!– le grito, –tengo
que sacarme los zapatos. –
Y así lo
hizo y los tiro por ahí, prefería andar descalza que como tortuga en ese
momento.
– ¡No puedes andar descalza! – enojado
le reprochó.
–No me importa, son solos unos
zapatos, no puedo ir rápido en ellos, además podría caerme y lastimarme un
tobillo, es mejor así –, le contesto segura de mi misma.
Se la quedo
mirando como si le hubiera crecido un cabeza más, quizás porque no estaba
actuando como cualquier otra mujer que nunca renunciaría a unos zapatos, la
verdad que para ella en este momento le
importaba más salir pitando de ahí que andar en esos zancos incómodos, que solo
usaba para ir a trabajar.
–Bien, sigamos. El aire se está
poniendo muy denso, tenemos que apurarnos. – sin poder evitar toser.
Y por
desgracia llegaron a un punto en la que la escalera se terminaba y debían
retomar el camino dentro del edificio, para poder salir por el anexo. Parece
que la construcción fue añadida a un viejo edificio y solo se podía seguir por
escaleras de esa manera.
Cuando
ingresaron al edificio todo era un caos, mucho humo, gente gritando y
corriendo. Por un momento Kat creyó que lo perdería de vista, por la cantidad
de gente que había a su alrededor y los empujaba. Se alejaron un momento,
debido a los empujones de la gente.
Kat empezaba
a entrar en pánico, no era nueva en el edificio y a pesar que podía seguir a la
horda de gente, le daba mucho miedo perderlo a él. Pero Walter al percatarse de
su desesperación, la tomo fuerte de la mano y la siguió guiando. Estaba muy
sudado y con el saco y la camisa mojada, en este tramo funcionaban las tomas de
agua, y parecía que estaba incómodo y pegoteado.
– ¡Quítate el saco!, le grito,
tratando que la oyera por sobre el ruido de las sirenas y la gente. – ¡te ves
demasiado incomodo!
– ¡Estoy bien, solo es un poco de agua!
– Quítatelo estas muy empapado, se
debe sentir difícil para correr!– insistió Kat. Y finalmente accedió, y se perdió
admirándole el cuerpo, la camisa empapada y pegada a ese cuerpo musculoso.
Hasta que un
grito poco normal, la saco de su ensoñación. Escucho a una niña, llorando y
gritando desesperada por su madre, se encontraba en un rincón agachada.
–Hay una niña allá, ¡debemos
ayudarla! – Walter no perdió un segundo y la siguió hasta donde se encontraba
la niña.
– ¿Cariño, te perdiste? ¿Con quién
estabas? – le pregunto Kat agachándose y acariciándole la carita. La pequeña
estaba angustiada, y llorando le explicó que la gente la empujó y se soltó
accidentalmente de la mano de su madre. Se asustó y comenzó a llamarla. Este
gesto no paso desapercibido por Walter, era un detalle más que sumaba a los
actos de ternura que Kat tenía, y los que él ya conocía. Cada gesto, el coraje
que demostró desde el primer momento que entró a la empresa, y con valentía y
estudio, pudo ascender para poder llegar a su lado.
–Te ayudaremos pequeña, no tengas
miedo. – Le aseguró Walter y con decisión la tomo en brazos, y retomó el camino
a la salida, no sin aclararle a Kat que lo tomara del brazo y no lo soltara. Y
así buscaron el camino a seguir hacia la salida.
Al principio
les costó un poco retomar el camino, el denso humo había colmado todo. Y se
estaban sintiendo cansados y mareados por la inhalación del humo por lo que se
estaba quemando.
Tras casi
llegar a la calle, el grupo de gente se volvió más desesperada, obligando a Kat
a perder de vista a Walter y a la niña. Por entre la muchedumbre, pudo ver que
Walter dejó la niña con un oficial, que al parecer ya estaba al tanto que la
pequeña estaba perdida. Kat intento apresurarse pero alguien la empujo muy
fuerte y perdió el equilibrio, cayendo al suelo, duramente y por miedo se hizo
una bola porque creyó que la muchedumbre la pisaría.
Entró en
pánico y comenzó a llorar, no tenía otra opción que quedarse en esa posición
esperando que la gente termine de pasar, no podía ponerse de pie, las pocas
veces que lo intentó, fue empujada nuevamente al piso. Además el humo le había
irritado los ojos, y eso le dificultaba aún más poder saber hacia dónde correr.
Cuando pensó
que iba a ser pisoteada por el tumulto de gente asustada, dos manos la sujetaron
fuerte y la pusieron de pie.
Walter
sintió terror al ver que perdía de vista a Kat, ¿cómo pudo haberla perdido?, se
repetía a modo de reproche.
Tan pronto
como pudo, se adelantó y le dejó en brazos la niña a un bombero que estaba
cerca de la salida, y volvió para buscarla. A pesar que le insistían que no
volviera a ingresar al edificio. Hasta que pudo divisarla en un rincón, echa un
bollo, protegiéndose con sus brazos la cara, muerta de miedo. Sin pensarlo un
segundo más, se dirigió con decisión hacia donde ella estaba agazapada. No le
importaba que en el proceso, chocara con la gente, ya que se dirigía a contra
corriente.
–Dios, ¿Kat te encuentras bien?– su voz salió
con un tono de desesperación. Y cuando Kat alzó la cara, se dio cuenta lo preocupado
que estaba por ella, le limpió las lágrimas con sus pulgares, sin dejar de
soltar su cara. Y le dió un tierno beso.
–
Me asuste mucho al perderte de vista. – le susurro en sus labios.
Se quedo
absorta mirándolo con los ojos entreabiertos, le parecía una escena irreal.
Jamás pensó que la besaría, y mucho menos en una situación así.
–Estoy bien, solo un poco golpeada,
me caí y me asuste porque no podía ponerme de pie, gracias por venir por mi.–
Dijo susurrando, envuelta en una nube de ensoñación.
–Jamás te dejaría. – Y creyó sentir
que ese jamás, realmente significaba algo.
Los próximos
segundos, fueron algo así como una mezcla de imaginación y realidad, mareada
por la ternura del momento y el principio de asfixia, ninguno de los dos se
percato que la gente ya había terminado de pasar, y que estaban en el hall de
entrada, muy cerca de un ventanal inmenso que se encontraba entre la entrada
principal y la salida a la calle, que también tenía en su mayor parte más
ventanales.
Todo paso en unos micro segundos, Kat pudo notar
que Walter se tensaba y la agarraba fuertemente, y por sobre su hombro pude ver
reflejado en las ventanas de la entrada principal, que una bola de fuego salía
despedida del edificio y los ventanales estaban a punto de explotar. El reaccionó
más rápido que ella, que se quedó embobada mirando como ocurría todo en cámara
lenta, la giro de forma violenta bloqueándola con su cuerpo, protegiéndola de
tan grande explosión.
Solo se escucho un estruendo muy fuerte, y
apenas pudo ver antes que Walter la cubriera y me protegiera de las lenguas de
fuego y vidrios salir de la explosión. Luego solo fue silencio y después
oscuridad.
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